Cruzando los dedos

Ya he contado en alguna ocasión que nací con los dedos índice y corazón, de ambas manos, cruzados y que mi madre siempre ha creído que por el hecho de haber nacido con ellos cruzados, me da suerte cruzarlos. Bueno, pues a falta de saber rezar, me estoy pasando todo el finde con ellos cruzados, a ver si por arte de magia y por el poder de mis dedos el volcán de Islandia deja de echar humo y ceniza y se vuelvan a abrir los aeropuertos y así mi jefe pueda coger un avión hoy, o a más tardar mañana, lo que significaría unos diez días de tranquilidad y trabajo más eficiente para todos los que nos quedamos en la oficina.